Shock Corridor ( o Corredor sin retorno, en España) es una de esas películas que se te quedan grabadas por lo inusual de su propuesta, y por el carácter enigmático, misterioso, desconocido e ignoto que posee el film.
Esta película, estrenada en 1963, y que fue producida, dirigida y guionizada por el prolífico Samuel Fuller, muestra una historia oscura y retorcida, donde se combina el periodismo de investigación con las enfermedades mentales. Me explico:
La historia trata sobre un periodista ambicioso cuya meta es hacerse con un Pulitzer. Para ello se le presenta una oportunidad de oro que no dejará pasar pese a las críticas de su mujer. Se trata de hacerse pasar por un enfermo mental, para así poder entrar en un centro psiquiátrico e investigar el asesinato de un interno que la policía ni los responsables del centro pudieron descubrir.
Bajo esa premisa, con la aprobación de su médico y la negativa de su mujer, John Barret urdirá un sórdida historia para poder entrar, haciéndose pasar por un enfermo mental para no pasar desapercibido con todo lo que eso conlleva, e intentar descubrir al asesino del pobre paciente.
Shock Corridor relata un descensos a los infiernos de un hombre que debido a su ambición pone en riesgo todo lo que a él le pertenece. Este film crea una sensación de angustia y de miedo, de presión psicodélica y alucinante, de ambiciones, e invita a la reflexión entre los límites del periodismo y el el trato inhumano que acontece en algunos centros psiquiátricos.
El film posee momentos notorios y altamente dramáticos, extraños, productos de lo alucinante y lo real gracias entre otras cosas a la sórdida y bien lograda ambientación y los recursos narrativos y visuales, sus planos angustiosos, superposición de imágenes y la aparición obesiva de rejas, barrotes, sombras, etc...y la variedad e extraños personajes que van apareciendo, como un enfermo negro segregacionista del Ku Kux Klan, que supongo que en aquella época sería algo bastante atrevido (o igual es el génesis de la leyenda urbana del negro nazi). Cabría destacar la actuación de Peter Breck, convincente y que consigue crear un dramatismo excelente y que dota a la película de ese ambiente impactante único y de culto.
Para finalizar decir que unos años después saldría Titicut Follies, un polémico documental de Frederick Wiseman rodado en una penitenciaría psiquiátrica que llegaría a ser prohibido. Tal vez porque lo relatado ya no era ficción.
El trailer
Película (Vía Emule)
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